Si eres de los que crees que la eliminación del Barcelona en los cuartos de final de la UEFA Champions League a manos del Paris Saint-Germain fue solo eso, puedes estar en un error. Los cuatro goles que encajó el equipo de Xavi Hernández en el Estadio Olímpico de Montjuic representan mucho más que una derrota cualquiera, incluso que la posibilidad de seguir en carrera por el título continental.
En Can Barça hacía ilusión pasar de ronda, meterse en semifinales, y pelear por un trofeo, tal vez el único al que tuvieran opciones en la campaña, luego de caer en la Supercopa de España en Arabia Saudita, ser eliminado de la Copa del Rey y estar a ocho puntos del Real Madrid en la lucha por La Liga, cuando apenas faltan siete jornadas para el cierre del calendario, con partido entre ambos incluido.
El choque, tras el triufo en la ida, podía marcar la mayoría de edad de un equipo en el que habían comenzado a mezclar a la perfección veteranos ilustres con jóvenes promisorios, a pesar de que el técnico dijera una y otra vez, y lo repitiera incluso tras el revés, de que dirigía un equipo en construcción, un término que nadie se cree porque en el más universal las plantillas se renuevan año tras año.
ADIÓS A LOS TÍTULOS, FRACTURA DEL VESTUARIO
El Barça, hay que reconocerlo, arrancó bien. Cuando parecía que el PSG lo sometía y lo encerraba atrás, se plantó en campo rival y puso el partido 1-0. Ese gol más los tres anotados en el Parque de los Príncipes, ponían la eliminatoria 4-2, demasiado cuesta arriba para el pretencioso Luis Enrique, adorado hasta este martes como un culé más, pero odiado ya por festejar los goles de su equipo.
El gol de Raphinha era todo lo que necesita el Barça para sentir tranquilidad, pero apenas unos minutos después, el uruguayo Ronald Araújo se ganó una tarjeta roja que dejó a su equipo con 10, con muchos minutos por delante. La inferioridad numérica y el mal manejo de las piezas por parte del entrenador, dejaron en desventaja al Barcelona, que vio como el PSG recortaba un gol antes de terminar la primera mitad.
Lo golpeó un ex, Ousmane Dembélé, y a partir de ahí todo se le puso demasiado cuesta arriba al equipo catalán. Poco después del regreso de los vestuarios, Vitinha igualó la eliminatoria, y del resto se encargó Kylian Mbappé, el máximo artillero de la presente Champions, quien anotó uno de penal y otro tras varios rebotes, para mandar a casa a los anfitriones con las manos vacías.
Tras el pitazo final, en declaraciones a una cadena de televisión estadounidense, Ilkay Gundogan fue duro con sus compañeros de equipo. Sus palabras no dejaron títere con cabeza, sobre todo al hablar de la parte defensiva y de Ronald Araújo, de quien dijo que en situaciones como las que lo llevaron a la tarjeta roja hay que ser más profesional. No era la primera vez que el internacional germano señalaba a algún compañero.
Los medios de medio mundo se hicieron eco de sus declaraciones al instante y desde el vestuario, sin mencionar nombres, Jules Koundé salió a responder. Lo hizo en la red social X, antes Twitter, y vino a decir que en un equipo, cuando ganan, lo hacen todos, y cuando pierden también, pero, de cualquier manera, sus declaraciones huelen a ruptura del vestuario. Otro contratiempo más.
SIN MUNDIAL DE CLUBES Y SIN ENTRENADOR
El revés no solo representó ver esfumarse la posibilidad de ganar algún título y los roces en el vestuario, sobre todo con las críticas de Gundogan, sino que impiden que el Barcelona pueda participar en el Super Mundial de Clubes de junio de 2025 en Estados Unidos. Con el revés, el beneficiado fue el Atlético de Madrid que suma más puntos, aunque también cayera en cuartos de final frente al Borussia Dortmund.
Para la cúpula barcelonista y para el aficionado culé, la exclusión del primer torneo de este tipo es un varapalo tremendo, porque parece casi inconcebible que un equipo con el rango del Barcelona no vaya a estar en un torneo donde va a participar la crema y nata del más universal en las mejores ligas, salvo alguna excepción como el propio Barça o el Manchester United, por citar solo dos ejemplos.
Por otra parte, el revés condena a Xavi Hernández definitivamente, a pesar de que este había dicho desde meses antes de que dejaría de ser entrenador desde el último día de la presente temporada, y lo había ratificado muchas veces en las semanas posteriores a su determinación, sobre todo cuando el equipo comenzó a ganar y a estabilizarse en la clasificación en la Liga Española, donde llegó a ser cuarto.
En Can Barça no vieron con malos ojos al principio la salida del técnico, y pensaron que encontrarían un sustituto con facilidad, al extremo de que dieron nombre, como los de Jurgen Klopp, Thomas Tuchel, Roberto de Zerbi, Julian Nagelsmann o su antecesor en la escuadra alemana Hansi Flick. Pero lo cierto es que no van a poder contratar, por una razón u otra, a ninguno de los mencionados y tocará intentar convencer a Xavi o mirar a la cantera.
La afición, algunos periodistas y la directiva tenían ilusiones de ganar la Champions para convencer a Xavi de que se quedara, pero luego del batacazo ante el PSG, parece imposible que siga y la única opción real es la del mexicano Rafa Márquez, exjugador del primer equipo y ahora entrenador del Barcelona Atlético. Sin menospreciar a Márquez, la comparación entre este y los mencionados, lo dejará siempre mal parado. Pero es lo que hay, por caer ante el Luis Enrique.
