Los grandes directores de cine de Hollywood decían que tener muchas estrellas en un rodaje podía ser contrapoducente para la película. A veces es complicado para el directo controlar los egos, las demandas o las formas de los grandes protagonistas, y el club francés Paris Saint-Germain paga el precio de tener en sus filas a la mayoría de los más grandes cracks del mundo.
En el Parque de los Príncipes, el cuartel general del PSG, siempre ofrece titulares a los medios. Ora unas declaraciones del hermano de Lionel Messi sobre su futuro, ora un empujón de Sergio Ramos a un cámara en el túnel de vestuarios, o la salida de Neymar Junior a una fiesta, a un cumpleaños, o alguna declaración de Kyliam Mbappé donde deja dudas sobre su futuro como jugador del club.
Así ha sido desde que el club, propiedad de Qatar, se gastó una millonada en la compra del brasileño al Barcelona, y del francés al Mócano, con la intención declarada de ganar una UEFA Champions League. Pero tener a muchos de los mejores jugadores del mundo en la plantilla no garantiza que seas un gran equipo, y mucho menos que vayas a ganar una competición tan complicada como la Champions.
PINCHAZO ANTE EL BAYERN MÚNICH
En la capital francesa sabían que le había tocado uno de los peores rivales posibles para los octavos de final de la Champions. Hubieran preferido al Brujas o al Benfica, pero no, el rival de turno, según el sorteo, era el Bayern, y ese partido quedó marcado con letras rojas en el calendario. La idea de todos era llegar en forma óptima al emparejamiento, porque solo así se podía vencer al once bávaro.
Sin embargo, a última hora se estropeó todo: dos derrotas consecutivas en la Copa de Francia y la Liga, y la ausencia por molestias de Mbappé, destaparon las alarmas y llegó el Bayern al Parque de los Príncipes. El entrenador, Christophe Galtier, sabía que debía ganar a toda costa, porque una eliminación -otra- en octavos de Champions, podía costarle el puesto, incluso antes de que terminara la campaña regular.
Y el equipo muniqués ganó. Galtier salió con Messi y Neymar, pero se reservó a Mbappé, quien permaneció en el banquillo hasta la segunda parte. Un gol le bastó al equipo de Julian Nagerlsmann para inclinar la eliminatoria de su lado y enfrentar con relativa tranquilidad el choque de vuelta, previsto para la próxima semana en el Alianz Arena de la ciudad de Múnich.
Messi apenas apareció sobre la cancha. Su única jugada de más o menos peligro fue un disparo que parecía ir adentro, pero que rebotó en un zaguero rival y terminó marchándose cerca de la cruceta, en tanto Neymar fue uno más, tal vez con menos tono físico que en otras ocasiones, y no generó todo lo que de él espera la directiva del PSG, y también el entrenador.
Solo la entrada de Mbappé revolucionó el partido. Hasta dos goles por fuera de juego le anularon al candidato a ser el mejor jugador del mundo, uno de ellos por apenas unos milímetros. Pero su entrada echó hacia atrás a los alemanes, que ya tuvieron más cuidado en adelantar sus defensas y lanzarse a por todas contra la portería de Gianluigi Donnarumma.
LAS SECUELAS DEL REVÉS
En París creen que el PSG puede darle la vuelta al resultado. Confían en Mbappé para ese partido, pero saben que solo no puede hacer mucho, y necesitan que Messi y Neymar muestren su mejor fútbol, sobre todo porque estarán en un campo hostil, donde la grada nos los aplaudirá, como hicieron los fanáticos en la ida en el Parque de los Príncipes. Ahora será a vida o muerte y en campo rival.
Tras la derrota, Mabppé, que es el jugador de más ambición del equipo, hizo un llamado a descansar bien, a alimentarse bien y a estar listos para la vuelta, pero solo unas horas después aparecieron fotos de Neymar Jr. en una hamburguesera, todo eso en medio de rumores sobre una posible venta al Chelsea, el equipo de moda en cuanto a gastos fastuosos en jugadores se refiere.
Al mismo tiempo, rumores sobre la falta de un acuerdo para la renovación entre Messi y el club, sobre la hipotética y nada descabellada salida de Galtier, incluso antes de terminar la temporada, y la llegada de Zinedine Zidane como sustituto, no permiten que haya la paz necesaria alrededor del primer equipo, en los momentos más tensos de la temporada actual.
En el PSG todo se maximiza. Incluso el empujón de Sergio Ramos a un camarógrafo en el túnel de vestuarios, abrió telediarios deportivos en más de un lugar, y algunos dijeron que estaba relacionado con la tensión que se vive al interior del PSG, un equipo creado para ganar, que no ha podido lograrlo a pesar de gastarse cientos de millones de dólares año tras año, lo mismo en jugadores que en entrenadores.
En los próximos días se decide el futuro del equipo en la temporada, y tal vez el de muchos de los jugadores. Una caída, otra más, en octavos de final, puede significar el adiós de Ramos, de Messi y Neymar, incluso la de Galtier, aunque algunos medios parisisnos hablen de Carlos Soler y Fabián Ruiz, dos centrocampistas firmados como rellenos y que ahora quieren hacer aparecer como culpables.
