LaLiga inicia otra cruzada contra el PSG y los clubes Estado

La renovación de Kylian Mbappé con el PSG fue la gota que colmó la copa y acabó con la paciencia de Javier Tebas, presidente de la Liga Española de Fútbol (LaLiga). Era imposible que un club con pérdidas millonarias pagara una ficha tan alta por un jugador y lo convirtiera, de golpe y porrazo, en merecedor del salario más alto de la historia del deporte.

Al mismo tiempo, y según medios cercanos al club parisino, la ficha de renovación, de unos 300 millones de euros, podría acabar con el ecosistema en el que vive el fútbol casi desde sus inicios y que, desde hace unos años, destrozan los llamados clubes Estado, pertenecientes en su mayoría a países árabes, aunque jueguen en ligas de Europa.

En las últimas horas salió a relucir el comunicado de LaLiga, en el que hace pública una denuncia al PSG ante la Unión Europea de Fútbol (UEFA) por incumplimiento de la normativa del fair play financiero, que establece que cada club solo puede gastar lo que genere como institución, incluyendo el patrocinio, y pide aclarar lo que ganan por publicidad dudosa los clubes de los jeques, entre los cuales está el PSG y también el Manchester City, denunciado con anterioridad, en abril.

LaLiga, según la comunicación, considera que el accionar del PSG y el resto de los clubes Estado daña sobremanera el ecosistema del fútbol y perjudica a todas las ligas y clubes de Europa, además de que inflaciona el mercado del referido deporte con montos que no provienen del fútbol en sí.

En abril, LaLiga denunció ante la UEFA al City. Entonces no se sabía de la contratación de Erling Haaland desde el Borussia Dormund, por cifras que aún se desconocen, pero sí por un salario tan alto que representa más de lo que paga un equipo modesto de cualquier otra competición.

Ahora Tebas fue contra el PSG, aunque la noticia no sorprende, porque ya lo había anunciado a raíz de la renovación de Mbappé, en una operación en la que el jugador dejó tirado al Real Madrid, el equipo que mejor maneja sus finanzas en toda Europa, y que también ofrecía cifras escandalosas por prima de fichajes y salario.

El club parisino terminará la temporada, que cierra oficialmente el 30 de junio, con unos 200 millones de euros en pérdidas, los cuales se suman a otros 300 que ya tenían y Tebas no se explica cómo, en esa situación, puede gastar más de 300 millones en la renovación de un jugador.

En Qatar, cuyo emir es el verdadero dueño del PSG, sobra el dinero, y el presidente de la Liga Española sabe que esa situación terminará por darle el tiro de gracia a un deporte en el cual la diferencia entre ricos y pobres se abre cada vez más, aunque él no ve mal que los grandes, si se ganan limpiamente su dinero, tengan sus opciones preferenciales.

Tebas cree que Qatar engorda los patrocinios del PSG, lo cual le permite gastarse esas sumas cuantiosas en jugadores e ir por lo más valioso del mercado, como ya hicieron en la temporada anterior con los fichajes del argentino Lionel Messi y del español Sergio Ramos, entonces capitanes del Barcelona y el Real Madrid, por ese orden.

Qatar se enroló en serio en el negocio del fútbol. Ganó, de manera dudosa -porque tradición no tiene ninguna- la sede de un Mundial -el de 2022- y compró el PSG francés, al que convirtió de un equipo ordinario en sempiterno campeón de la Liga 1 y en perenne favorito al título de la Liga de Campeones de Europa, aunque sin conseguirlo hasta el momento.

Además de la denuncia ante la UEFA, LaLiga contrató abogados en Francia y Suiza para emprender acciones administrativas y judiciales, incluso ante la Unión Europea, contra el PSG, cuyo presidente, Nasser Al-Khelaifi, ocupa otros puestos importantes en la propia UEFA, la Asociación de Clubes Europeos (ECA) y la televisora BeIN Sports.

Veremos en esta ocasión qué sucede con las acusaciones, porque en el pasado se produjeron denuncias similares contra el PSG y el Manchester City y ninguna prosperó, por supuestos errores de procedimiento, entre ellos demoras en la presentación de los documentos.

Lo cierto es que Al-Khelaifi, presidente de la ECA, actúa con una prepotencia inaudita, lo cual quedó demostrado en los vestuarios del estadio Santiago Bernabéu, tras la eliminación del PSG ante el Real Madrid en los octavos de final de la pasada edición de la Liga de Campeones.

El mandamás del equipo parisino y el brasileño Leonardo, entonces director deportivo, llegaron donde los árbitros, los increparon y le rompieron el banderín a uno de los asistentes. Y hasta el momento la UEFA no se dio por enterada del incidente.

Tampoco los rectores del fútbol en el llamado Viejo Continente explicaron las causas por las cuales París acogió la sede de la final de la Champions, después de retirársela a San Petersburgo por la invasión rusa a Ucrania, incluso ni respondió a las demandas públicas del Liverpool y el Real Madrid, protagonistas del partido decisivo, sobre los altercados en los alrededores del Stade de France.

Lo cierto es que LaLiga emprende una cruzada judicial contra un club que no compite con las mismas armas que el resto, que pone en serio riesgo todo el ecosistema del fútbol y que, al parecer, cuesta vencer hasta en los tribunales, aunque queda por ver las determinaciones que tomen los organismos encargados, en tiempos en que lo de los clubes Estado parece que va creciendo, luego de la compra del Newcastle inglés por un fondo de inversión público de Arabia Saudí.

El Public Investment Fund (PIF, por sus siglas en inglés) pagó 354 millones de euros por el Newcastle, pero detrás se encuentra el príncipe Mohammed Bin Salman, el hombre fuerte de Arabia Saudí, quien ofreció garantías de que tanto él como su país no controlarán el club, algo que muy pocos se creen a estas alturas.

Por el momento, habrá que esperar para ver las decisiones de los tribunales involucrados en ventilar las acusaciones de la Liga Española contra el PSG, pero lo más probable es que los jueces se laven las manos.