Ricardo Izecson dos Santos Leite sabe de fútbol. El brasileño que hizo carrera con el nombre de Kaká no solo ganó un Balón de Oro y una Copa Mundial. También militó en grandes clubes y compartió campo, como compañero y rival, de varios de los mejores jugadores del mundo, y si le dicen que haga su once ideal y deja afuera a alguno, es su problema. Allá él, es su equipo y no el mío, el tuyo o el de un medio de prensa.
Pues a Kaká se le ocurrió hacer su once ideal y no solo dejó fuera a algunos brasileños importantes como Pelé, la más grande leyenda del más universal en aquel país, sino también a Zico, a los argentinos Diego Armando Maradona y Lionel Messi y a muchos otros con los cuales usted y yo contaríamos, si en lugar de ser el exatacante del Milán, el honor de hacer una alineación tipo nos tocara a nosotros.
El propio hecho de dejar fuera a Pelé, Maradona y Messi es una posición valiente del brasileño. No hay compromisos ahí, no quiere quedar bien con unos y otros. Dice: estos son los míos y ya está. Algo así como que si fuera técnico, más allá de los 11 que seleccionó, el resto tendría que quedarse en el banquillo o no entrar en las convocatorias, Ese es el papel del entrenador, la de decidir, y en este caso, Kaká lo hizo y no seré yo quien lo critique.
EXCOMPAÑEROS EN EL ARCO Y LA ZAGA
Kaká compartió campo con Dida. Tal vez el sepa que no es el mejor arquero del mundo. Puede que piense que Gianluigi Buffon o Iker Casillas sea mejores, pero a él le gusta el otrora guardameta del Milán y de la selección brasileña. Cuando jugaron, que no fueron pocos partidos, el ex del Real Madrid sintió confianza, la seguridad esa que aporta un arquero, que puede no ser el más grande, pero el que da lo que tú necesitas. Sin discusión.
El ex de Sao Paulo no tuvo dudas al escoger a Cafú como lateral derecho. Yo tampoco lo tendría. Creo que en esa posición nadie tuvo nunca la jerarquía, sobre todo ofensiva, del otrora jugador del Milán y capitán de Brasil, el único jugador que jugó tres finales de Copa del mundo, en las cuales su país ganó sus coronas mundiales tercera y cuarta, la última de ellas en japón y Surcorea 2002, levantada por él.
Si Cafú sentó cátedra en la banda derecha, no menos hizo Roberto Carlos en la izquierda. El otrora del Milán y el Real Madrid parecía tener tres pulmones. Corría una y otra vez la banda de arriba a abajo, y a la hora de atacar era un puñal por su lado. Además de tener un misil en su pierna izquierda. Si alguien tiene dudas, que busque las mejores jugadas de su carrera y podrá deleitarse con un futbolista único, un guerrero y un ganador.
También jugó Kaká con Paolo Maldini en el Milán AC. Tal vez no vio el otrora del Sao Paulo a un capitán más comprometido y con más clase que al hijo de Césare. Maldini fue un milanista en toda la extensión de la palabra y por el escudo de su equipo se partía la cara, además de que lo hacía con clase y con una sobriedad espantosa. Tenerlo en el centro de la zaga, incluso en el lateral izquierdo, era garantía de tranquilidad.
Para el puesto restante, se guardó a Alessandro Nesta. Tal vez algunos de los más jóvenes no lo recuerden bien o tengan una idea equivocada de lo que fue Nesta en un campo de fútbol. Para alguien que jugó con Sergio Ramos y que vio a otras grandes estrellas, decir que Nesta es su preferido, es sinónimo de conocimiento del más universal. Alessandro fue un coloso en la zaga, a pesar de cuanto lo lastraron las lesiones.
MEDIOCAMPO INTERNACIONAL, DELANTERA DE HABLA LUSA
Para el mediocampo, escogió jugadores de tres países europeos: Andrés Iniesta (España), Zinedine Zidane (Francia) y Andrea Pirlo (Italia), y aunque a mí me hubiera gustado un poquito más de músculo en el mediocampo, alguien con más capacidad para robar la pelota, para cortar, ese trío de jugadores tiene su sitial en la historia y si un técnico los hace jugar juntos, los rivales pasarían trabajo para recuperar.
Andrés tuvo una técnica exquisita, una visión de juego impecable, capacidad para encontrar siempre al compañero mejor colocado, Y Zidane fue un monstruo, un jugador con tanta clase y elegancia que cada balón que pasaba por sus pies mejoraba considerablemente, además de tener un potente juego aéreo, gol y eso de aparecer siempre en los partidos trascendentales.
Pirlo es un crack. A veces algunos lo olvidan pero daba gusto verlo en la cancha, repartiendo juego, tirando esos pases largos que le eran tan habituales y que dejaban a sus compañeros en posición inmejorable. Las pelotas hacían el trayecto con una limpieza exquisita, como si hubieran sido lanzadas desde un obús y no salidas de las botas del exinternacional italiano, que hizo carrera en los mejores clubes del país.
Alante, tal vez desperdigados por el frente, sin saber si mandarlos a la izquierda o a la derecha, colocó a dos con los cuales jugó: Ronaldinho Gaúcho y Cristiano Ronaldo. Con esos se asegura juego bonito, clase, goles, sobre todo muchos goles y mucho peligro para el rival. Y en la punta, su amigo Ronaldo Nazario, el jugador con más clase que muchos vimos, y al cual el físico lo lastró, por aquellas lesiones que lo apartaron del campo una y otra vez.
¿Con ese once alguien puede reprocharle algo a Kaká? Claro que pueden decirle que no coinciden, pero te invito a que hagas el tuyo, sin incluir a los que escogió el brasileño, e intentes plantarlo en el campo con opciones de controlar a esta constelación. Puede pasar, porque el fútbol es un deporte de situaciones, pero ver a estos colosos juntos pudo haber sido un privilegio y Kaká tuvo a la mayoría de su lado.
