El Real Madrid acaba de perder una final. Por primera vez en mucho tiempo, el equipo blanco cede en un partido por el título, y las alarmas se disparan en medio mundo. Para algunos, llegó el fin de la segunda era de Carlo Ancelotti, y para otros es el final de un ciclo. Unos y otros olvidan que este mismo equipo viene de proclamarse hace apenas unos meses campeón de Liga y de Champions.
Incluso, ganó la Supercopa de Europa hace menos de medio año. Y en unos días jugará el Mundial de Clubes y, de ganarlo, será suficiente para borrar el recuerdo de la derrota ante el Barcelona, que jugó mejor, eso sí. El Barça no perdonó ninguno de los errores del Real Madrid, sobre todo en las cercanías del área contraria. Y cada vez que la zaga cometía un desliz, llegaba un gol. Así fueron todos, en un partido en el que quedaron muy mal parados, sobre todo, Antonio Rudiger y Dani Carvajal.
El Madrid no anda bien, pero es normal a estas alturas de temporada. El cuerpo técnico de Ancelotti y sobre todo, el preparador físico Antonio Pintus saben que la parte dura de la temporada comenzará en febrero, con las eliminatorias directas por los octavos de final de la Liga de Campeones, y los jugadores están en el momento que deben estar para enfrentar esa parte de la temporada. Al menos eso me dicen los que saben.
¿ESTÁ TAN MAL EL MADRID?
Pues si no remitimos a los últimos resultados, es claro que el Real Madrid anda mal. Las piernas no están frescas y parece que las cabezas tampoco. Y encima de eso, a pesar de contar con una plantilla amplísima, Ancelotti solo cuenta con un núcleo de jugadores y no le da oportunidades a otros, que pesarán menos en el futuro y pudieran ser importantes en este momento.
Es fácil hablar después de la derrota, dirán algunos. Pero en el fútbol, y en el deporte en general, un pequeño desliz puede cambiar la situación y convertir una victoria en un sonado fracaso. Y de esos deslices estuvo lleno el juego del Real Madrid ante el Barça en la capital de Arabia Saudí. Por eso los blaugranas regresaron con el trofeo y los blancos con las manos vacías. Las dudas van más allá del cuerpo técnico y tal vez de los jugadores.
Lo cierto es que al Madrid le pasa la cuenta lo físico. Tal vez solo dos jugadores atraviesan un buen momento físico, el recuperado Karim Benzema y Eder Militao. Al resto se les nota pesados, como faltos de ritmo, incapaces de imponer el dominio habitual en el campo, sobre todo en esos 30 minutos finales del partido en los cuales el equipo de la capital española parece un rodillo.
No están finos Valverde, Vinicius ni Mendy. Tampoco Rodrigo. Y lucen agotados Rudiger y Luka Modric, y Dani Carvajal da pena sobre el campo. Eduardo Cmavinga salé como un cohete cuando juega, pero comete aún errores tácticos y mientras una vez aparece como salvador, en otras deja al equipo mal parado, como ocurrió ante el Barça en el primer tiempo, antes de ser sustituido.
Encima de eso, al equipo de Ancelotti le vienen encima partidos muy importantes. Ante el Villarreal en Copa del Rey en unas horas. Es el mismo Villarreal que le ganó la semana pasada por la Liga. Luego la Real Sociedad, que marcha tercera en el torneo doméstico, y en unos días más el Liverpool inglés, en la ida de los octavos de final de la UEFA Champions League. Si el Madrid no se pone las pilas o llega el momento físico óptimo, se le acaba la temporada temprano.
¿CUÁN MEJOR ANDA EL BARCELONA?
En la final de la Supercopa el Real Madrid podría darse el lujo de perder. Los títulos llegaron a sus vitrinas en los últimos meses, algunos de ellos muy importantes, por lo cual no era obligatorio ganar, pero en Can Barça sí. Un revés ante el Real Madrid en la competición pudo haber marcado el principio del fin para Xavi Hernández, un entrenador del que aún los aficionados y hasta la directiva culés siguen esperando cosas.
Lo hizo mejor el Barcelona, pero eso no quiere decir que tenga todos sus problemas resueltos. Cierto que es líder de la Liga, con tres puntos sobre el Real Madrid, y que sigue vivo en la Copa del Rey y en la UEFA Europa League, pero en esta última se medirá en unos días a un equipo que tampoco puede darse el lujo de perder y que escala posiciones aceleradamente en la Liga Premier, el Manchester United.
La victoria da un poco de tranquilidad, pero nada más. El título es menor y no cuenta a la hora de hacer balance. Para el Barça solo vale, ahora, ganar la competición europea -luego de su estrepitoso fracaso en Champions- o imponerse en la Liga. Para que una u otra sean realidad van a pasar muchos meses y si eso no ocurre, nadie se acordará de que venció al Real Madrid en Arabia Saudí.
Los próximos meses serán importantes en el devenir de uno y otro club, pero el título le da un poco de oxígeno adicional al Barcelona, en tanto obliga al Real Madrid a mejorar su accionar en sus próximas salidas a la cancha, porque ni la directiva ni la afición permitirán otros traspiés, esos que pueden hacer que la temporada termine sin una visita a Cibeles.
Las victorias, en el deporte, hacen olvidar los malos momentos. Si los de Ancelotti se imponen al Villarreal y A la Real Sociedad, habrán dado un paso importante, pasado la página, y los medios dejarán de hablar de fin de ciclo, de Zidane, Thomas Tuchel, Mauricio Pochettino y cualquier otro entrenador para suplir al italiano, que insiste en que solo fue un mal partido y promete que su Madrid volverá.
