Icardi, entre el fútbol y Wanda Nara

Mauro Icardi es un gran delantero. Es posible que sea el mejor nueve argentino de los últimos años, pero no ha manejado su carrera de la mejor manera y lo que parecía que iba a ser un fenómeno del gol se ha quedado en poco. Incluso ahora, al parecer, el PSG intentará desprenderse de él y no aparecen equipos, al menos por el momento.

Con 29 años recién cumplidos y una habilidad innata para marcar, el argentino debería estar en la agenda de muchos clubes, incluso de la selección nacional argentina, pero ni un caso ni otro. El PSG quiere encontrarle acomodo en otro lugar, pero ningún equipo se ha lanzado a por él.

En el club de la capital francesa apenas juega, a pesar de la presencia en el banquillo de su compatriota Mauricio Pochettino. Minutos residuales en partidos de poca importancia es lo que queda para él, que fue figura con el Inter de Milán, tal vez por su falta de implicación, o por su comportamiento.

Unos meses atrás, en medio de un escándalo de infidelidades en el que estuvo involucrada la actriz, modelo y cantante argentina María Eugenia 'China' Suárez, Icardi abandonó al PSG y se fue a Italia a calmar a su esposa, Wanda Nara, madre de sus dos hijos y además su agente.

Nara e Icardi protagonizaron casi un reality, con la publicación de sus propios mensajes, incluso los de Suárez, en tanto la prensa del corazón, y hasta alguna vinculada al deporte, se daba un festín, en situaciones que suelen sentar pésimamente en los vestuarios de cualquier equipo de cualquier deporte.

En Icardi y su esposa es normal. A ambos le encantan los medios y las redes sociales y su vida privada es parte de las portadas de las revistas del corazón demasiado a menudo. Incluso, los encontronazos de la familia del jugador con su pareja, en un ambiente que termina por ser tóxico para el fútbol.

En contra del jugador pesa también lo que sucedió con Maxi López, otrora esposo de Nara, con quien esta tuvo tres hijos. Ambos eran amigos. Los mejores amigos posibles y mientras López le daba entrada en su casa y lo ayudaba en su adaptación al fútbol de primer nivel, desde que coincidieron en el Barcelona, Icardi se prestó para que su actual representante se desquitara de las supuestas infidelidades de López.

Su actuación sentó mal al mundo del fútbol. Por eso le escasean los amigos y también los clubes que se brinden para darle trabajo. Pero sobre todo por el entorno familiar más cercano, porque ningún equipo quiere verse involucrado constantemente en ese tipo de relación tóxica, que puede terminar por poner patas arriba a un vestuario.

Por el momento, al PSG, a donde llegó para la temporada 2019-2020, no termina por llenarle el ojo. Apenas disputó 20 partidos en sus primeras dos campañas, en las que marcó 12 y siete goles, respectivamente, en tanto en la última saltó 25 veces a la cancha y solo marcó en cuatro ocasiones.

Demasiado poco para un delantero de clase que anotó 53 goles y dio 11 asistencias de 2016 a 2018, sus dos mejores temporadas, con el Inter de Milán. Sin embargo, en su última temporada en el Calcio, la de 2018-2019, solo anotó nueve veces y dio cuatro asistencias en un total de 29 partidos.

Para entonces dejaba de ser el Icardi goleador, tremendamente efectivo frente al arco contrario, y aún así lo compró el PSG, porque al equipo de París le sobraba -y le sobra- el dinero y porque sus directivos pensaron que podía recuperar su olfato goleador, tal vez porque no imaginaba que su bajón tenía más relación con situaciones ajenas a la cancha que dentro del verde.

Tres años después, el PSG le abre la puerta. Y aunque aún es joven y no es de esos jugadores que no salen de una lesión para entrar en otra, le costará encontrar equipo, a menos que se rebaje considerablemente su salario, algo por lo cual no estará su representante y esposa, que intenta exprimir hasta lo último cada uno de los contratos de Icardi.

Al mismo tiempo, el seleccionador nacional, Lionel Scaloni, prescindió desde hace meses de sus servicios. Para algunos porque la Argentina actual no juega con un nueve puro, al estilo de Icardi, sino con dos puntas, como Paulo Dybala y Lautaro Martínez, o Lionel Messi, pero hay quien asegura que hay otras cosas detrás, relacionadas también con el entorno del jugador del PSG.

De cualquier manera, Icardi ha ganado suficiente dinero en el fútbol como para, en caso de no encontrar un trabajo bien remunerado, no tener que preocuparse nunca más por esas supuestas nimiedades, aunque sí es doloroso que por culpa de su entorno, el fútbol vaya a perder, o esté perdiendo, a un delantero que daba para mucho más.

Claro, esa es su vida y tiene el derecho de hacer con ella lo que quiera, incluso ponerla en manos de Wanda Nara, quien al fin y al cabo es la madre de Francesca e Isabella, sus dos hijas. Nada, que no todos actúan de la misma manera, y mientras unos son celosos de su vida y su trabajo, Icardi permite que se airee su privacidad y pone en riesgo su profesión, a pesar de haber nacido con el don de hacer goles, una de las cosas mejor pagadas de este mundo.